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 DIVULGACION
Artículos de Divulgación en Astronomía

 

 DESCUBRIENDO UNA ESTRELLA: EL SOL

por Antonio Sánchez Ibarra

Febrero 22, 2004

 

La cantidad de luz que ingresó al pequeño telescopio con apenas un lente de 2.5 cm. de diámetro era tal, que coloqué una hoja blanca y lentamente moví el enfoque del aparato. Nítidamente, el disco solar se delineó y aparecieron unos pequeños puntos negros en la imagen. Era el 30 de agosto de 1970 y estaba descubriendo el viejo método más seguro para observar el Sol. En los días que siguieron, continué las observaciones viendo el traslado de las manchas solares y todos sus cambios.

Estas sencillas observaciones, me llevaron a decidir, dentro de mi gusto por la Astronomía, el dedicarme al estudio específico del Sol.

Normalmente, pensar en Astronomía lleva la imaginación a pensar de inmediato en una noche estrellada con la Vía Láctea, los planetas, la Luna y otros objetos celestes. Pero, casi nunca se piensa en la Astronomía diurna, aquella dedicada a la única estrella que podemos estudiar en todo detalle.

Posiblemente después del estudio de nuestro planeta, no hay otro cuerpo celeste más importante a conocer que el Sol. Finalmente, la conjunción de condiciones tanto de la Tierra como el Sol, han permitido el florecimiento de la vida en nuestro planeta.

El fenómeno más inmediato y dinámico a observar en el Sol son las manchas solares. Prácticamente con cualquier telescopio se pueden percibir utilizando el método de proyección para proteger nuestros ojos, ya que si sólo por un instante nos asomáramos al telescopio, destruiríamos nuestra retina.

Las manchas solares aparecen, crecen, se fragmentan y desaparecen. En un inicio se pensaba eran agujeros en la fotosfera solar, la capa que vemos de inmediato. Ahora sabemos claramente que la mancha representa un intenso campo magnético como si fuera un gigantesco imán.

Si penetráramos bajo la fotosfera, veríamos gigantescas corrientes de plasma (elementos ionizados que han perdido uno o más electrones), que provocan intensos campos magnéticos. Cuando ese campo magnético llega a la fotosfera o capa superior, el movimiento del material desciende y con ello la temperatura. Por ello vemos oscuro en contraste con el resto del disco. La temperatura en la fotosfera es de 6000 grados C. En las manchas, oscila alrededor de los 4200 C. Suficiente para verlas oscuras.

Las manchas alteran el entorno no solo a su alrededor, sino por encima de ellas, en la siguiente capa que es como una atmósfera y se llama cromosfera, así como en la más externa, que es la corona solar.

Además, dentro de lo caótico que es la aparición y desaparición, el detallado y paciente trabajo de un boticario que observó por más de una década las manchas, permitió descubrir un ciclo de 11 años en la presencia de manchas.

Así, hay épocas de mínimo que ofrecen un Sol sin manchas durante semanas. Luego hay épocas de máximo cuando es posible contar hasta 200 manchas individuales en el disco solar.

El último mínimo de manchas ocurrió en 1996. El último máximo fue en 2000 y 2001. Esperamos el siguiente mínimo en 2006 ó 2007. Hemos observado 23 ciclos de manchas solares a la fecha. Después de mis primeras observaciones de manchas en 1970, una década después percibí que, además, las manchas no se distribuían homogéneamente en todo el Sol, sino que tendían a concentrarse en un hemisferio en longitud. Esto, en principio, no parecía tener sustento ya que no podemos hablar de hemisferios en un globo de gases a alta temperatura que no rota como un sólido, sino con mayor velocidad en el ecuador que en los polos.

A pesar de esto, el hecho existía y valía la pena explorar si en el pasado persistía.

Ello me llevó a revisar las observaciones solares efectuadas desde 1700 para buscar si el fenómeno persistía. Tal tendencia, fue confirmada.

Demostrado que las manchas se concentraban más en un hemisferio, seguía el buscar la causa. ¿Qué podría estar provocando que las manchas estuviesen invadiendo básicamente un hemisferio solar?

En una vasta revisión a diversos fenómenos, me tope con una característica de la corona solar que apenas había sido descubierta en 1970: la presencia de agujeros en la corona.

Además de ser muy interesante que esa parte de la atmósfera solar se abriera en grandes extensiones para dejar salir partículas, en lo que llamamos el viento solar de alta velocidad, había algo contundente: los hoyos coronales al parecer giraban como un sólido y persistían mucho tiempo.

Eso me llevo a revisar toda la información existente sobre hoyos coronales siendo posible encontrar una interesante relación con la presencia de manchas solares: los hoyos coronales persistían en el hemisferio opuesto a donde se presentaban las manchas.

Todavía falta mucho por conocer sobre el fenómeno de los hoyos coronales. Existe ahora, por fortuna, mucha información e imágenes que nos proveen desde la década pasada diversos observatorios solares en órbita de la Tierra y el Sol como el Yohkoh, el SOHO y TRACE, que desde su posición favorecida en el espacio, nos revelan la evolución continua de este fenómeno.