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 DIVULGACION
Artículos de Divulgación en Astronomía

 

Stardust y Deep Impact 

BUSCANDO EN LOS ORÍGENES

por Antonio Sánchez Ibarra

Febrero 6, 2006

 

Dos recientes misiones espaciales muy exitosas, Stardust y Deep Impact, buscan información sobre los orígenes de nuestro Sistema Solar y habrán, próximamente, de darnos información valiosa al respecto.

Ambas sondas automáticas tuvieron encuentros con cometas, cuerpos que son considerados "cápsulas del tiempo", al ser, muy posiblemente, remanentes de la nube donde se formó nuestro Sistema Solar hace 4500 millones de años.

Todos los indicadores de evolución estelar, observando las nebulosas que precisamente son cunas de estrellas, muestran el panorama de formación de estrellas en una nube de gas y polvo que se condensa en un centro permitiendo la posterior formación una proto-estrella. Otras condensaciones menores permiten la formación de los planetas y algunos de los satélites naturales.

En este escenario, los cometas serían los restos de esa nube con pocos cambios en su constitución. En el caso de nuestro Sistema Solar, se estima que a gran distancia existe una gran nube que podría albergar hasta un millón de cometas, conocida como "Nube de Oort". De ahí provendrían los cometas que se internan hacia las cercanías del Sol.

Los cometas han sido observados desde la antigüedad. A través del tiempo se definieron como "una bola de nieve sucia", en la medida que se conocieron sus componentes y la forma en que reaccionan ante la radiación solar expulsando polvo y gas que forman, en torno a un pequeño núcleo, la envoltura brillante conocida como "coma" que es empujada por el viento solar para producir las colas de gas y polvo.

Sin embargo, no hay nada como observar "in situ" a estos cuerpos con el recurso de sondas espaciales. De hecho, el núcleo cometario nunca había sido observado. En las lejanías, es demasiado pequeño para estudiarlo, promediando 8 km. Cuando ya están cercanos, la envoltura de la coma impide detectarlo.

Fue hasta 1986 cuando se lograron las primeras imágenes del núcleo de un cometa. Ese año, el célebre Cometa de Halley fue explorado por las sondas Suisei y Sagisake de Japón, Vega 1 y 2 de la entonces Unión Soviética y Giotto de la Agencia Europea del Espacio.

El siguiente estudio de un cometa por una sonda fue el del Borrelly, por la nave Deep Space 1 el año 2001.

Las siguientes misiones fueron mucho más ambiciosas: Stardust enviada al Cometa Wild 2 con el propósito de colectar partículas de polvo y Deep Impact a chocar con el cometa Tempel 2.

Stardust fue lanzada el 7 de febrero de 1999 para una travesía de cinco años que la llevaría además a un encuentro con el asteroide Anna Frank el año 2002.

El 2 de enero de 2004, Stardust se aproximó al núcleo del cometa Wild 2. Además de obtener imágenes y hacer mediciones, extendió un dispositivo con aerogel, un material especial, para capturas partículas de polvo del cometa y traerlas de regreso a la Tierra.

El 15 de enero pasado, la cápsula conteniendo el aerogel se separó del resto de la sonda y descendió vertiginosamente en el Desierto de Utah, donde fue recuperada por el equipo de la misión para llevarla al laboratorio especial del Centro Espacial Johnson en Houston, Texas. El resto de la sonda, quedó en órbita alrededor del Sol a la espera de presupuesto para redirigirla hacia otro cometa para obtener imágenes y mediciones.

La cápsula fue abierta en el laboratorio y las esperanzas del equipo científico se convirtieron en realidad al percibir, a simple vista, las partículas de polvo del cometa incrustadas en el aerogel. Actualmente se prepara el análisis del mismo que nos permitirán así saber con certeza los elementos que componen estar partículas, sus abundancias y condiciones que serán reveladoras para ese intento de reconstruir el pasado de nuestro Sistema Solar.

Deep Impact fue lanzada en enero de 2005 hacia el Cometa Tempel 2. Compuesta de dos partes, una sección de la nave se dirigiría a impactarse con el núcleo del cometa mientras la otra observaba a distancia las consecuencias del suceso.

El 4 de julio de 2005, la cápsula se separó y con un sistema de navegación autónomo se precipitó hacia el núcleo de Tempel 2. El impacto se produjo provocando un notable incremento en el brillo del cometa, expulsión de material, gas y polvo, así como un cráter de donde se continuó emitiendo materiales por varios días.

Las imágenes que obtuvieron ambas secciones de la sonda, permitieron visualizar regiones blancas y brillantes que hacían suponer la presencia de hielo. Tal hecho ya fue confirmado y se ha podido calcular que, sin embargo, la mayor cantidad de agua del cometa se encuentra en el interior del núcleo.

Por otra parte, el análisis del material expulsado permitió medir con precisión los componentes y condiciones del mismo.

El resto de Deep Impact también se mantiene en órbita alrededor del Sol esperando por recursos para redirigirlo a estudiar otro cometa.

Los resultados de ambas naves son, por otra parte, cruciales para la siguiente misión hacia un cometa: Rosetta, lanzada el 2 de marzo de 2004 esta vez por la Agencia Europea del Espacio.

Rosetta también es una nave compuesta por dos partes: un orbitador y una pequeña sonda que, en esta ocasión, habrá de descender en la superficie del núcleo del cometa Churyumov-Gerasimenko, para estudiar su superficie.

Lo único que se requerirá para esta misión es paciencia. Su trayectoria orbital alrededor del Sol permitirá que el encuentro de Rosetta con el cometa ocurra hasta mayo del año 2014, con un acercamiento previo, en julio de 2010, con el asteroide Lutetia.

Lo cierto es que tendremos los elementos suficientes para organizar el rompecabezas del origen de nuestro Sistema Solar.

Este artículo puede ser reproducido en forma impresa o electrónica otorgando los créditos correspondientes.