MEMORIAS DEL CIELO
por Antonio Sánchez Ibarra
Diciembre 2, 2003
La invitación del Cyberastrónomo a recordar y documentar observaciones
históricas, me ha inspirado a tratar de recopilar mi experiencia sobre
fenómenos astronómicos que he observado en los últimos 37 años. Espero
esto sea evocador para otros.
Mi primera observación memorable no fue de un fenómeno astronómico
importante, pero fue definitorio para el que me decidiera a ser astronómo.
Lo ubico aproximadamente cuando tenia seis años, en 1961. Teniendo a la
mano libros en mi modesta casa, vi con curiosidad en uno de ellos el
dibujo del cielo de invierno donde mostraban al cazador Orión, luchando
con el Toro. En una noche próxima a este suceso, estando fuera de casa en
el descanso natural de la época, con sorpresa pude reconocer las siete
estrellas de la constelación de Orión que había visto en el libro. Una
década después, esto me llevaría a darle el nombre de Orión a la primera
sociedad astronómica que fundé.
El siguiente hecho que recuerdo fue cuando estaba visible el Cometa
Ikeya-Seki. Con diez años de edad y sensible al gélido clima de Nogales,
conté con el apoyo de mi abuela materna quien, subrepticiamente me
envolvió en varias colchas y me saco en la madrugada al exterior para que
viera el cometa, en una imagen que conservo como si fuese ese día.
Aunque no astronómico, no puedo dejar de mencionar que mi niñez estuvo
marcada por el programa espacial. Seguir paso a paso el proyecto Apolo que
llevaría hombres a la Luna fue increíblemente inspirador y buscar con la
ayuda de mi Tío un televisor donde pudiera ver el alunizaje la noche del
20 de julio de 1969, es algo inolvidable.
Cuantos deseos de estar en Mihuatlán, Oaxaca el 7 de marzo de 1970, cuando
ocurría un Eclipse Total de Sol. Tuve que conformarme, sin recursos, con
ver la proyección del Sol eclipsado que bajaba de los orificios en la
lamina del techo de la cocina. Me prometí que no faltaría a la siguiente
cita, veintiún años después.
Al igual que muchos, fui uno mas de los observadores frustrados con el
Cometa Kohoutek. Anunciado desde marzo de 1973 como el cometa del siglo,
me tuve que conformar con ver un pequeño cometa el invierno de 1973 y
1974.
Uno de los eclipses totales de Luna que recuerdo con mas agrado fue el del
25 de mayo de 1975. Sucediendo en una noche agradable y en horario
temprano, fue posiblemente la primera ocasión en que armamos todo un
programa de divulgación en torno a un fenómeno astronómico, donde incluso
hubo en Nogales transmisión continua por la radio con descripción del
mismo y aspectos históricos relacionados con los eclipses.
Todo el desencanto del Cometa Kohoutek se diluyo en 1976. Sabíamos que
estaba visible por las madrugadas el Cometa West. Con mis compañeros de la
Sociedad Astronómica Orión de Nogales, Maria y José Maldonado, planeamos
el subir una madrugada una colina cercana con vista libre hacia el Este.
Esa noche, aproximadamente a las 22 hrs., cada quien desde casa vimos como
una gran masa nubosa se aproximaba y se desato una nevada intensa que
persistió durante aproximadamente hora y media. Terminado el fenómeno, el
cielo quedo totalmente despejado y diáfano. Comunicados por teléfono,
decidimos continuar nuestro propósito y aproximadamente a las 4 de la
mañana nos reunimos para iniciar el ascenso con un manto de nieve de
aproximadamente 20 centímetros. Llegamos a la cima y con los pies
congelados vimos, poco después, como algo blanquecino comenzaba a emerger
en el horizonte entre las montañas. Majestuoso, apareció el cometa mas
bello que he observado hasta ahora. Lo impresionante del cometa se sumaba
al entorno nevado. Al regreso, duramos muchos minutos para volver a sentir
nuestros pies.
En 1978, mi compañero también de la Sociedad Astronómica Orión, Roberto
Monteón González y yo, estuvimos cada noche vigilando al planeta Urano en
espera de lo que nosotros llamamos "el gol de Urano". Así es, Urano habría
de pasar entre las dos estrellas de Alpha Librae. Tuvimos despejada la
noche del gol y logramos ver un evento que no ocurrirá en mucho tiempo.
Extraordinario trabajo tuvimos en 1982 con motivo de la Gran Conjunción
Planetaria. Fue un embate frontal contra los cientos de pronósticos
catastróficos que surgieron en torno a los efectos del fenómeno.
Finalmente y después de una escalada combatiendo por los medios de
comunicación, invitamos al publico a observar la noche del 10 de marzo y,
además de ver los planetas, constatar que no ocurriría nada. Esa noche, la
calle Rosario en Nogales se tuvo que cerrar ante la afluencia y en lo que
se convirtió en una fiesta, cientos de personas realizaron la observación.
La misma calle volvió a cerrarse el 10 de mayo de 1983: El Cometa
IRAS-Araki-Alcock, primero descubierto por un satélite (IRAS) y con un
gran acercamiento a nuestro planeta, de menos de cinco millones de
kilómetros, estaría en su mayor proximidad esa noche. No puedo olvidar la
impresión de ver al cometa moviéndose entre las estrellas rápidamente, de
tal forma que tenia que estar moviendo constantemente el telescopio para
mantenerlo. A simple vista, sin cola, tenia un diámetro de aproximadamente
dos grados visto desde plena ciudad.
En 1984, con un grupo de la Sociedad Astronómica Orión habríamos de viajar
hacia Guadalajara, Jalisco para observar un eclipse anular de Sol. Aunque
todos los grupos viajaban hacia San Luis Potosí donde estarían los
campamentos de observación, yo opte por observar desde el poblado de
Tonalá, colindante con Guadalajara. La mañana del 30 de mayo, con un
gélido viento en la cima de una colina, logramos captar los 30 segundos
que duraba la anularidad. San Luis Potosí estuvo completamente nublado.
En 1985 fui invitado por el grupo de observación del Observatorio Steward
de la Universidad de Arizona a medir la ocultación de una estrella por el
asteroide Ceres, visible solo desde México. Cargando grandes maletas con
telescopios Celestron 14 y fotómetros fotoeléctricos, viajamos hacia el
sur de México con la compañía de otro grupo del Observatorio Lowell. En
pequeños grupos de dos y tres astrónomos, nos ubicamos en Culiacán,
Mazatlán, Guanajuato y Jalisco. A mi me toco estar en Mazatlán con
Marcialis y Bob Goof, recientemente fallecido. Ubicados desde la colina
donde esta la antena de televisión del puerto, registramos exitosamente el
tiempo de ocultación de la estrella y la suma de observaciones permitió la
publicación de dos artículos indicando el valor mas aceptado del diámetro
de Ceres hasta la fecha, de 973 kilómetros.
Ya en el Observatorio de Cananea, una noche de noviembre de 1985, José de
la Herrán y yo subiríamos a la montaña para ver, por primera vez a simple
vista, el celebre Cometa de Halley. Con Halley tuve muchas noches de
observación en abril de 1986 desde la famosa Cámara Schmidt de
Tonantzintla, en Puebla, habiendo tenido la oportunidad de captar incluso
un evento de desconección. Por cierto, una de las noches, observando por
la madrugada, repentinamente me llamaron de la caseta de ingreso: llegaba
la esposa del Gobernador de Puebla en un camión con sus amigas para ver el
cometa. Llame insistentemente al Director del Instituto pero nunca me
respondió y opte por atender a los visitantes. Aborde el camión para
conducirlos a la cúpula que, en pocos minutos, se vio rodeada de guardias
y vigilancia por todas partes. Solo falto un guardia sobre el telescopio.
Ofrecí la observación y marcharon satisfechas.
Tampoco fue un fenómeno astronómico, pero si una observación impactante.
En octubre de 1987, después de haber ensamblado el telescopio de 2.1
metros del Observatorio de Cananea, nos preparábamos para la "primera luz"
del mismo. Decidí dirigir el telescopio hacia Vega, provisto de un ocular.
Comprendí que la estrella había sido localizada cuando vi un haz de luz
saliendo del telescopio y proyectándose sobre la plataforma de
observación. El telescopio de 2.1 metros había comenzado su vida
de observación.
En 1988, un querido amigo chileno, Santiago Tapia, me invito a observar en
el telescopio de dos metros de la Universidad de Hawai en Mauna Kea.
Cumplido el requerimiento de pasar la primera noche en la base de descanso
a 2000 metros de altura, ascendimos a Mauna Kea al día siguiente para
observar. Me albergaban temores porque ya en la cima teníamos un cielo
completamente nublado. Procedimos a instalar el polarímetro y previo a
ocultarse el Sol, salí a la pasarela en torno a la cúpula para ver el
impresionante paisaje de Mauna Kea. Conforme avanzaron los minutos, note
como las nubes comenzaban a descender lentamente hasta que me rodearon con
una densa niebla. Pero el descenso de las nubes continuo y repentinamente,
tenia a los pies una alfombra de nubes con un cielo despejado y diáfano
como nunca había visto antes. Las observaciones fueron un éxito y
coronamos el periodo de observación una de las noches, colocando un ocular
para ver al planeta Marte que se encontraba en esas fechas en una de sus
oposiciones muy favorables. Vi a Marte como nunca antes en esa ocasión.
En intercambio con la Academia de Ciencias de la aun Unión Soviética,
realice un viaje a aquel país en julio de 1990, ya encontrándome en elÁrea de Astronomía de la Universidad de Sonora, para observar un eclipse
total de Sol desde el puerto de Belamorsk, en el norte a orillas del Mar
Blanco. Viajamos desde Moscú por tren y establecimos el campamento en el
cual estuvimos ensayando las diversas observaciones durante una semana. Al
amanecer del día del fenómeno, el cielo se encontraba en gran parte
nublado. Encargado del conteo de tiempo general para las actividades toda la expedición, con el peso
de una frustración enorme, marque los momentos de inicio de totalidad bajo
una tenue llovizna con un cielo encapotado que se sumo a la oscuridad de
los escasos 2 minutos que duraba la totalidad. Marque el fin de la
totalidad en el ambiente de observación mas pesado que haya tenido en mi
vida.
La situación opuesta habría de vivir el 11 de julio de 1991. En una
observación que se preparo con tres años de anticipación junto con mi
compañero José Farah de Anda, viajamos a la ciudad de La Paz en Baja
California Sur, con un grupo de estudiantes, con financiamiento propio y
sin grandes recursos. Instalamos el campamento en pleno desierto, en el
Ejido "La Matanza", donde afanosamente "El Veneno", un perrito común, nos
apoyaba quitando las choyas que se prendían de nuestros zapatos. Ensayamos
una semana y esa mañana el Sol surgió esplendoroso con un cielo totalmente
despejado. La observación se realizo sin algún percance y disfrute el
fenómeno mas impactante de mi vida al ver el Sol eclipsado, cerca del
zenit, durante seis minutos y 43 segundos. Ahí comprendí cuan explicables
eran los temores de culturas ancestrales ante el fenómeno. Nosotros,
sabiendo exactamente lo que estaba ocurriendo y el como, tuvimos un
impacto que ha prevalecido por una docena de años.
La escena habría de repetirse el 10 de mayo de 1994 pero en Sonora, con el
eclipse anular de Sol. El pequeño pueblo de Rayón se vio transformado por
tres días con nuestro campamento ubicado en la escuela del pueblo. De
nuevo, sin percance alguno, observamos un eclipse con el anillo dorado del
Sol.
Nos movíamos en el marco de la celebración de los XXV años de la llegada
del ser humano a la Luna en julio del mismo año, para lo cual habíamos
armado un gran programa de actividades. Pero esas noches habrían de ser
igualmente memorables: el Cometa Shoemaker-Levy 9 cumpliría su cita con
Júpiter. La primera tarde de observación, utilizando un telescopio Meade
de 12 pulgadas y justo cuando el Sol se había ocultado, enfoque hacia Júpiter y mi
gran sorpresa fue el percibir un claro y marcado punto negro en el disco
del planeta, huella de uno de los impactos. Cada noche seguimos la imagen
y grabamos en video hasta que el planeta se ocultaba, toda la danza de
huellas en su atmósfera. La fortuna de haber logrado ver ese fenómeno,
posiblemente opaca cualquiera otra de las observaciones mencionadas ya
que, es bien sabido, la oportunidad de volver a observar un suceso similar
es sumamente remota para nuestra generación.
El dato del grado de acercamiento a la Tierra del Cometa Hyakutake insinuó
de inmediato que tendríamos un espectáculo previo a la llegada del Cometa
Hale-Boop que para esas fechas ya se había descubierto y prometía ser un
cometa brillante. Aunque Hyakutake no era un gran cometa, si estaría lo
suficientemente cercano y en excelente posición para los observadores del
norte. Armamos una gran campaña informativa y la noche de la mayor
proximidad en 1996, reunimos a todos los medios de comunicación en el
Estadio Universitario. Después de una breve explicación, apagamos las
tenues luces que manteníamos y apareció el cometa con su cola fácilmente
visible a lo largo de 60 grados.
Justo a finales de ese año, Hale-Boop resplandecía en el cielo del
amanecer con una clara y definida cola azul de gas. Cuando paso al cielo
de inicio de la noche, decidimos realizar observaciones publicas desde
todos los puntos cardinales de la ciudad, eligiendo para ello
estacionamientos de plazas comerciales. La sorpresa era el poder observar
perfectamente el cometa aun con la iluminación de los estacionamientos.
El máximo pronosticado de la lluvia meteórica "Leonidas", ofreció
excelentes espectáculos los amaneceres del 17 de noviembre de 1998 a 2002.
La observación fue impactante en 2000 pero la mas intensa que observe y
haciéndolo desde la Universidad, en el centro de la ciudad, ocurrió en
2002, con una tremenda afluencia de meteoros durante veinte minutos
aproximadamente.
En el verano de 2001 tuve la primera oportunidad de ver con todo su
esplendor Alfa y Beta Centauri, la Cruz del Sur y la Vía Láctea en esas
regiones desde la Isla de Maucicio. Tal experiencia la repetiría el
siguiente año desde Argentina.
No podíamos perdernos el gran acercamiento del planeta Marte la noche del
26 de agosto de 2003. Con dos meses de anticipación coloque abundante
información al respecto en nuestras paginas Web y convocamos al publico
para observar en la Plaza frente a la Universidad de Sonora. Los
compañeros del Área se mantuvieron desde el inicio de la noche hasta las 4
de la mañana, ofreciendo la observación a aproximadamente cinco mil
personas que acudieron al llamado. Mientras, yo atendía a unos 30,000 que
ingresaban de todo el mundo a la transmisión de la imagen del planeta que
realizabamos por nuestro sistema de televisión en Internet, ASTRO-USON
WebTV Observación y Educación. Minutos antes del momento critico del mayor
acercamiento, coloque un ocular para hacer proyección de una gran imagen.
La nitidez con la que veía a Marte esa noche con mi telescopio de 20 cm,
era comparable a aquel vistazo que dimos desde Mauna Kea en 1988.
¿Que me falta? Una Supernova. Estoy a la espera y con la esperanza de
lograr verla. |